Nuevos hábitos para trabajar en pandemia



A raíz de la pandemia que atravesamos, vecinos de Tres de Febrero nos narran cómo tuvieron que adaptarse para realizar sus trabajos desde que empezó el aislamiento social y obligatorio, dispuesto por el Gobierno nacional.

El primer entrevistado es Jorge (25), quien vive en Ciudadela y es un trabajador esencial, ya que desempeña su puesto como operario en una fábrica de alimentos desde 2015. La empresa está ubicada en la calle Fray Cayetano Rodríguez, a pocas cuadras de su hogar, a la cual se moviliza en su propio vehículo.

Explica que tanto a la hora de entrada como la de salida “todo el personal que trabaja aquí es desinfectado con una solución sanitizante de alcohol al 70%, también nos toman la temperatura. Además, no pueden trabajar más de tres personas en la zona designada”. Mientras trabajan, los operarios se deben desinfectar con alcohol en gel o agua y jabón cada dos horas por la manipulación de paquetes, cajas y maquinas.

Como estipulan los protocolos de salud, cada trabajador debe tener colocado un tapabocas o barbijo mientras desarrolla su tarea, y a la hora de cambiarse no pueden entrar más de tres personas en simultáneo al vestuario. “Con respecto a eso, no nos afecta mucho porque los vestuarios están separados para hombres y mujeres, donde cada uno tiene su locker”, explica.

No muy lejos de Jorge, Miguel (29), quien vive en pareja y no tiene hijos, es dueño de un almacén de barrio, situado en la calle Acosta y Abdón García, Ciudadela.

Cuenta cómo se modificó el trato con los clientes. “En la hora de apertura, el negocio se desinfecta con lavandina y alcohol”, afirma. A cada cliente que entra al negocio se le pide por favor que ingrese con un tapabocas o barbijo, sino no puede hacerlo. Y se permite el ingreso de a una sola persona por vez y por este motivo se suele formar una fila fuera del local respetando los tres pasos de distancia.

En el barrio de Caseros conversamos con Darío (51) y Diana (50), quienes en su hogar llevan adelante un emprendimiento que había empezado como hobby y actualmente es un nuevo ingreso económico.

Ellos venden mates desde el año 2015 y actualmente de manera online. “Cambió mucho el trato con los clientes ya que antes era en la feria de la plaza, ubicada en la cercanía del municipio de Tres de Febrero”. Los pagos son realizados mediante diversas plataformas digitales de cobro, como transferencias bancarias o en efectivo cuando se envía el producto a la casa del cliente.

La modalidad de tienda virtual se volvió algo vital para muchos emprendedores, como también para muchos comercios, ya que les da la posibilidad de continuar activos y tener un ingreso económico en medio de la pandemia.

Por su parte, Diego (39) es peluquero en el barrio de Martín Coronado y sufrió lo difícil que fueron estos meses sin atender en su local. Ahora, gracias a que se aprobaron los protocolos que habilitaron las peluquerías, pudo volver a trabajar. Actualmente atiende sólo con turnos, de a un cliente a la vez, y no permite la espera en el local. Invirtió en alfombras sanitizantes en la entrada, colocó un dispenser de alcohol en gel y a todos sus clientes les toma la temperatura al ingresar. La atención la realiza con el barbijo puesto, así como su cliente.

Por último, Érica (46) es una costurera de Pablo Podestá que realiza arreglos de prendas en el pequeño taller de su domicilio. “Las medidas que tomo cuando recibo trabajo es sanitizar las bolsas con la tela. Tengo preparado en la entrada un pulverizador con alcohol al 70%, rocío todo y después llevo la ropa a la máquina”. Reconoce que si bien al principio se había paralizado el trabajo, volvió a activarse de a poco.

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